martes, junio 02, 2009

Sobre la idiotez ajena y la propia

"Cuando los demás son idiotas me enojo. Pero cuando se trata de mi idiotez, me enojo el doble".
Partiendo de la premisa de que soy un ser humano y como tal, pasible de cometer errores, paso a comentar brevemente que este ser humano siente. Por sobre todas las cosas, siente. Y se diferencia de los animalitos salvajes no sólo por cometer actos volitivos, sino por tener conciencia de los mismos.

Soy hipercrítica. Una vez Dona Sumiko dijo, muy suelta de cuerpo, "Falar a verdade não é falar mal". Siendo una escorpiana como yo, coincidí con ese pensamiento y adherí a la idea de que decir la verdad sobre la persona que se tiene enfrente, lo que está a la vista, no es hablar mal de ella. Claro que a veces se utilizan circunloquios y un lenguaje políticamente correcto para no herir sensibilidades. A veces juro que me encantaría decir "es un/a retrasado/a mental" en vez de un "tiene un pequeño problema de aprendizaje, quizás sea un ADD pero me inclinaría más por una dislexia leve". A veces me gustaría decir "es un pendejo de mierda que no vivió un sorete" en vez del "no ha madurado en sus emociones y lleva una vida näif, casi de un sibarita".

Pero más allá de los eufemismos que uso para cambiar una palabra por la otra en cuestión de milisegundos, antes de criticar o de "hablar mal" de los otros, me he mirado el ombligo cientos de veces. No hay peor crítica sobre mí que la que vengo haciendo desde que tengo uso de razón. Podría enumerar cientos de defectos que tengo, uno de ellos es la ansiedad, el otro es un hábito adquirido como consecuencia de ella: el pucho. Otro defecto es callarme las cosas que me molestan hasta que exploto. Y generalmente, cuando exploto, lo hago mal. ¿Por qué llego al punto de explotar? Porque el ser humano, como ya dije, se diferencia de los animales porque realiza actos volitivos, en los cuales participa la voluntad. Y exploto porque mi función de educadora queda restringida a las 4 paredes de una Escuela Media, no es extensiva a la sociedad allá afuera.

Los seres humanos cometen actos idiotas, a veces por simple placer de ser idiota, a veces sin querer. Pero los que más me molestan son los que se hacen a propósito, los que tienen la clara intención de joder, los actos idiotas egoístas. A veces digo que si la gente mediocre utilizara toda esa energía en hacerse una vida en vez de envidiar o de tratar de destruir lo ajeno, el mundo sería un buen lugar donde vivir. Pero, como dice Bruninho en perfecto porteño, "es lo que hay".

Y dentro de la idiotez ajena también entran los psicólogos, que le dicen a gente vulnerable cómo manejar sus relaciones. Y te encontrás con un amigo a quien no ves hace mucho tiempo , que está haciendo terapia porque la novia lo dejó y te tira "mirá, disculpame, no puedo ir a tomar una cerveza porque eso sería desviarme de mi intención de hacerme mi propio tiempo, pensar en mí y no dejar que los demás me manejen la agenda". Pelotudo! Te pregunté cuándo te podías hacer un tiempo para tomar una cerveza y ponernos al día con las boludeces que nos pasaron en estos 5 años que no nos vimos!

Y dentro de la idiotez ajena también entran los nü vendedores, que no largan el celular ni los mensajitos de texto por nada, y uno como cliente pierde tiempo esperando que esta gente se digne a atenderlo una vez que termine de redactarlo.
Y dentro de la idiotez ajena entra la gente que nunca se va a enterar que ya fue, que ya no es parte de nuestra vida. E insisten, insisten, e insisten una y otra vez como mendigos de cariño, como pseudo-amigos, como ex conflictivos que de una u otra manera van a tratar de llamar nuestra atención sin importarles nada.
Y dentro de la idiotez ajena está el idiota que cruza Avenida Rivadavia sin mirar para los dos lados.
Y también los que cojen sin forro.
Y también los programas de chimentos. Y también los políticos de turno. Y también nosotros, porque les creemos sus verdades como propias.
Y también los que viven la vida de los demás son idiotas.
Y también el boliviano de la verdulería es idiota, porque le venden las cosas podridas y él me las quiere vender a precio dólar. Por qué me vendería algo que ni él mismo consumiría? El tomate podrido cometelo vos, yo no soy idiota!

Tratar de zafar de la idiotez demanda muchísimo trabajo. De la propia y de la ajena. Vivo cruzándome con boludos que no respetan nada, desde los que no respetan la propia vida hasta los que se cagan en la vida de los demás en un auto porque tienen ese "egoísmo idiota" de querer llegar antes que todo en resto para no quedar como "idiotas". Del taxista que para sin poner una baliza avisando la maniobra. Zafar de la idiotez de un médico que te diagnostica mal y te da otro remedio que te fulmina el hígado. Zafar de la gente poco idónea, de los mediocres, de los envidiosos, de los odiosos de turno es un trabajo aparte por el cual no nos pagan.

Y la verdad, no tengo muchas ganas de perder tiempo en esquivar las acciones de los idiotas.
Tengo pocas ganas de muchas cosas.

Un dia me voy a cansar y los eufemismos los voy a meter, uno por uno, en el bolsillo del primer idiota que se me cruce. Porque soy una idiota criticona, sólo por eso.

1 comentario:

Anónimo dijo...

me gusto tu redacción sabes, pienso lo mismo que tu con ese tipo de gente pero mas la manera en la cual te expresaste fue genial tienes unos pensamientos cheveres y quisiera saber mas de ellos te mando un super saludo y un beso desde mexico