jueves, noviembre 15, 2007

A veces hay Blancos y Negros

Creo que hasta el día en que me toque irme de este planeta voy a vivir preguntándome por qué la vida es tan injusta, o por qué Dios es injusto, o por qué las circunstancias lo son. Definitivamente creo que la gente que nos deja antes es porque Dios le reservó algo mejor allá, en donde El vive. O quizás porque Él sea quien determina que la tarea que nos mandó a realizar acá abajo ya ha sido concluida. ¿Será por eso que la gente mala vive más tiempo? ¿Será que vive más tiempo porque tiene que continuar aprendiendo a ser persona? ¿O porque no están cumpliendo la misión que Dios les dió?
¿Por qué la gente buena nos deja antes?
¿Por qué a la gente buena le pasan cosas malas?
¿Por qué nos encariñamos tanto con la gente buena que cuando se van nos dejan un vacío enorme en el pecho?
¿Por qué hoy en el cielo hay un ángel más?

No tendría que haber sido así. Uno está preparado para que los padres se vayan cuando más o menos uno tiene la vida medianamente encaminada, no cuando aún restan cosas por hacer, compartir, mostrar, festejar.
Sumiko no era mi mamá, pero era de esas personas que pasan por tu vida para dejarte algo, una enseñanza, una reflexión, un pensamiento, una conclusión. De esas personas que no pasaron por esta vida en vano, que todo lo que tocó lo modifícó con la luz de su ser. Sumiko era pura luz, una mujer mágica, encantadora, que con sólo mirarla uno podía recuperar la tranquilidad, recobrar energías y seguir adelante. Sumiko era todo aquello que cualquier persona sensible puede llegar a aspirar. Y no era mi mamá, era la mamá de mi amiga. Pero es como si lo hubiese sido: a veces no es necesario estar toda una vida con una persona para quererla para siempre.
Cuando me enteré de la noticia, salí al balcón, tomé aire, miré al cielo y le dije "Sumiko, decile a mi papá que lo quiero mucho". Imagino que mi papá también le debe estar agradeciendo por el reiki a distancia que ella le hizo mientras estaba internado.
Sé que desde allá arriba nos estarás guiando por el camino correcto. Y me niego a despedirme, porque tu esencia está viva en tus hijos, porque en cualquier momento vas a aparecer. Lo tomo como que te fuiste de viaje y simplemente te digo "Até mais", porque para las almas sensibles no existen distancias ni muerte que las separen.

Año 2007, por favor, terminá ya.