martes, mayo 22, 2007

Volviendo a casa

Bueno, la cuestión es que ayer llegué a Buenos Aires después de mi viaje relámpago por São Paulo. Decidí contar la historia de cada foto a partir del día de hoy, por lo tanto acá voy a postear la salida de Buenos Aires el 12/05/2007.



Este es el aeropuerto de Ezeiza mientras esperaba para embarcar. Parece un aeropuerto del primer mundo, con la diferencia que aún estamos en el tercero y los radares no funcionan.



Vista desde el avión, antes de salir. A lo lejos se pueden ver los maniobristas y el movimiento aeroportuario. La foto a lo mejor no dice nada. Dice nada más lo que a mí me pasaba por dentro, el viaje emocional que implicaba ir a São Paulo después de 5 años.



Vista de Buenos Aires, de noche, desde el avión. Las calles son cuadraditos perfectos iluminados, hasta que se terminan en el Rio de la Plata. No pude fotografiar lo que sería una de las mejores fotos, pero desde la ventana del avión se veían ambas orillas, la uruguaya y la argentina. No parecía haber mucha distancia, lo que me hace acordar de los rascacielos que tienen más de 23 pisos y que en los días diáfanos permiten ver la costa charrúa.

jueves, mayo 17, 2007

São Paulo y el mito del eterno retorno

Parece como si nunca me hubiera ido.
Las calles de São Paulo están iguales que hace cinco años, los subtes no cambiaron en nada y la gente sigue estando en el mismo lugar. El calor es húmedo, pegajoso, la piel transpira fritanga y el cuerpo te pide guaraná Antárctica, coxinhas de frango y feijoada. Es un asco hermoso.
Qué me importa si vuelvo más gorda, si es que vuelvo. LAN está de paro y las oficinas de São Paulo no brillan, relucen por su ausencia. Llamé por teléfono y nadie me atendió. Todavía mi vuelta está en ascuas, la nostalgia empezó a reclamarme los besos de Elvis y los abrazos endiablados.
Mientras tanto, los milagros existen. La familia Munekata sigue siendo tan divertida como siempre, Linda está aprendiendo a subtitular y André se ha convertido en un compañero con el cual dividimos experiencias de nuestros respectivos países. Juliane y el Tuco son dos amigos queridísimos que se acoplaron en esta aventura y que me tendieron una mano importantísima.
Y Sumire... sigue siendo mi amiga de hace trece años, con su mal humor al levantarse y con sus rayes, pero la amiga más fiel y sincera que he tenido. Por ella estoy acá, por ella hice este viaje y por ella escribo estas líneas, porque su amistad es tan importante en mi vida que mínimamente se merecía que yo estuviera aquí para festejar sus treinta años.
Sumire, te quiero mucho!!!!
Ana

sábado, mayo 05, 2007

Músicas que lembram pessoas

Recién estaba escuchando algunas canciones que tengo en la computadora. No sé si a ustedes les pasa que no reparan demasiado en la letra de una canción, principalmente cuando es en inglés y ese idioma no se habla tan bien. Bien, últimamente he estado haciendo algunos trabajillos usando la lengua de Shakespeare y decidí, en mi tiempo libre, tratar de hacer "listenings" más profundos para aprender un poco más de fonética.
Fue así que le dí "play" al "Windows Media Player" y apareció "Live to Tell" de Madonna. Cuando la comencé a oír, después de mucho tiempo sin hacerlo, los recuerdos de 7º grado vinieron a mi mente. Corría el año 1987 y en el viaje de egresados, con un pequeño grabador a pilas, escuchábamos el casette "True Blue" de Madonna. Y también recordé a Javier Centurión, un morocho de ojos verdes, compañero de grado del que estuve perdidamente enamorada durante un año.
Nunca nos dimos un beso, ni salimos, ni fuimos novios.
La música no sólo me recuerda al último día que la promoción 1987 estuvo reunida. También me recuerda momentos tristes, como cuando Javier besó a Marilu en el asalto que habíamos organizado para juntar dinero para nuestro viaje de egresados. Fue justo cuando vinieron los lentos y yo esperaba que él me sacara a bailar.
Está de más decir que eso nunca ocurrió. Lo que sí ocurrió fue que Javier bailó con Marilú, y cuando se besaron yo corrí desesperada al baño de la casa de Analía López y me encerré a llorar en silencio mi primer fracaso en la tentativa de seducir a un chico.
Y todo eso mientras sonaba de fondo "Live To Tell".

Hoy le presté atención a la letra para entender lo que decía, y como hace 20 años también estoy llorando. No puedo más que copiarla a continuación y decir que hoy me identifica completamente, y que es justamente lo que estoy sintiendo y no podía expresarlo con mejores palabras que estas.


I have a tale to tell
Sometimes it gets so hard to hide it well
I was not ready for the fall
Too blind to see the writing on the wall

Chorus:

A man can tell a thousand lies
I've learned my lesson well
Hope I live to tell
The secret I have learned, 'till then
It will burn inside of me

I know where beauty lives
I've seen it once, I know the warm she gives
The light that you could never see
It shines inside, you can't take that from me

(chorus)

2nd Chorus:

The truth is never far behind
You kept it hidden well
If I live to tell
The secret I knew then
Will I ever have the chance again

If I ran away, I'd never have the strength
To go very far
How would they hear the beating of my heart
Will it grow cold
The secret that I hide, will I grow old
How will they hear
When will they learn
How will they know

viernes, mayo 04, 2007

Pequeña historia de un amor pos-moderno

Ella no está sola. Él tampoco.
Ella trabaja. Él también.
Hace un largo tiempo tuvieron un romance que no llegó lejos, no porque ella no quisiera. Quizás la novia de él no hubiese estado muy de acuerdo con la idea, pero ella no lo sabía. Después de saberlo, decidió borrarlo de su vida como si fuese posible olvidar a aquella gente que daña y a la que se ama tan profundamente.
Él volvió. Pidió disculpas por el mal causado, como si pidiéndolas volviera a ganarse la confianza de ella. Ella lo perdonó, como si le fuera dado a los mortales el don de perdonar. Él siguió con su novia y ella con su vida, como si nada hubiera pasado. Él continuó mintiendo. Y ella también.

Después del rechazo que había provocado el distanciamiento no quedaba mucho más que explicar. Quizás lo más apropiado era salvar el honor a cualquier costo y eso fue lo que él hizo: redactó un lindo e-mail asumiendo la culpa de lo sucedido. Tiempo después, ella lo encuentra en el viejo mensajero y le pregunta: "¿Seguís de novio?", a lo que él respondió con un categórico "estoy con alguien, pero nada serio".
Mentira. Seguía con la novia.

Y si el pedido de disculpas era portador de más mentiras, ella pensó que lo más lógico sería seguirle la corriente a él, entrar en un juego de engaños para ver hasta dónde era capaz de llegar. Y así el tiempo pasó, de mentira en mentira, hasta que él pronunció las palabras mágicas:
"Quiero verte de nuevo".

Ella dudó. Tal vez fuera una más de sus mentiras y decidió jugar, porque al fin y al cabo nadie espera que un perro callejero le traiga un palito para que uno se lo arroje. Y él, supuestamente, se lo estaba trayendo.

"Vení cuando quieras", dijo ella, creyendo que él no iría a su encuentro. "Voy el sábado", dijo él, creyendo que ella lo esperaría y lo albergaría en su casa.
Él fue, como lo había prometido.
Ella no, porque no creyó que el iría.
Él la llamó por teléfono, porque no tenía dónde quedarse a dormir.
Ella respondió: "en mi casa no tengo lugar. Y aparte, en mi cama, conmigo, sólo duerme mi perro y no lo puedo sacar de su lugar".
Él dijo: "Pero yo contaba con vos, con que me ibas a dar un techo en donde quedarme".
Ella dijo: "Alguna vez, yo también".

El perro callejero tuvo que volver al lugar del que había venido.
Y ella llevó sus hijos al colegio, porque en 3 años la vida de la gente cambia. Y mucho.

Homenaje a Carlos Fuentealba


No puedo más que reproducir las palabras de Mex Urtizberea, creo que él plasmó mejor lo que a muchos se nos pasó por la cabeza cuando mataron a un colega docente por reclamar un salario digno.

" Lo sabe un chico de cuatro años, de salita celeste, que ni siquiera sabe hablar correctamente.
Lo sabe un chico de seis años, que ni siquiera sabe escribir.

Lo sabe un chico de doce años, que desconoce todas las materias que le deparará el secundario.

Lo sabe un adolescente de diecisiete años, aunque sea la edad de las confusiones, la edad en la que nada se sabe con certeza.

Lo saben sus padres.

Lo saben sus abuelos.
Lo sabe el tutor o encargado.

Lo saben los que no tienen estudios completos.

Lo sabe el repetidor.

Lo sabe el de mala conducta.

Lo sabe el que falta siempre.

Lo sabe el rateado.

Lo sabe el bochado.

Lo sabe hasta un analfabeto.

No se le pega a un maestro.

No se le puede pegar a un maestro.

A los maestros no se les pega.

Lo sabe un chico de cuatro años, de seis, de doce, de diecisiete, lo saben los repetidores, los de mala conducta, los analfabetos, los bochados, sus padres, sus abuelos, cualquiera lo sabe, pero no lo saben algunos gobernadores.

Son unos burros.

No saben lo más primario.
Lo que saben es matar a un maestro.

Lo que saben es tirarles granadas de gas lacrimógeno.

Lo que saben es golpearlos con un palo.
Lo que saben es dispararles balas de goma.
A los maestros.

A maestros.

Lo que no saben es que se puede discutir con un maestro.

Lo que no saben es que se puede estar en desacuerdo con lo que el maestro dice o hace.
Lo que no saben es que un maestro puede tener razón o no tenerla.

Pero no se le puede pegar a un maestro.

No se le pega a un maestro.

A los maestros no se les pega.

Y no lo saben porque son unos burros.

Y si no lo saben que lo aprendan.

Y si les cuesta aprenderlo que lo aprendan igual.

Y si no lo quieren aprender por las buenas, que lo aprendan por las malas.

Que se vuelvan a sus casas y escriban mil veces en sus cuadernos lo que todo el mundo sabe menos ellos, que lo repitan como loros hasta que se les grabe, se les fije en la cabeza, lo reciten de memoria y no se lo olviden por el resto de su vida; ellos y los que los sucedan, ellos y los demás gobernadores, los de ahora, los del año próximo y los sucesores de los sucesores, que aprendan lo que saben los chicos de cuatro años, de seis, de doce, los adolescentes de diecisiete, los rateados, los bochados, los analfabetos, los repetidores, los padres, los abuelos, los tutores o encargados, con o sin estudios completos:

Que no se le pega a un maestro.

No se le puede pegar a un maestro.

No debo pegarle a un maestro.

A los maestros no se les pega.

Sepan, conozcan, interpreten, subrayen, comprendan, resalten, razonen, interioricen, incorporen, adquieran, retengan este concepto, aunque les cueste porque siempre están distraídos, presten atención y métanselo en la cabeza: los maestros son sagrados."


Por Mex Urtizberea.