jueves, mayo 17, 2007

São Paulo y el mito del eterno retorno

Parece como si nunca me hubiera ido.
Las calles de São Paulo están iguales que hace cinco años, los subtes no cambiaron en nada y la gente sigue estando en el mismo lugar. El calor es húmedo, pegajoso, la piel transpira fritanga y el cuerpo te pide guaraná Antárctica, coxinhas de frango y feijoada. Es un asco hermoso.
Qué me importa si vuelvo más gorda, si es que vuelvo. LAN está de paro y las oficinas de São Paulo no brillan, relucen por su ausencia. Llamé por teléfono y nadie me atendió. Todavía mi vuelta está en ascuas, la nostalgia empezó a reclamarme los besos de Elvis y los abrazos endiablados.
Mientras tanto, los milagros existen. La familia Munekata sigue siendo tan divertida como siempre, Linda está aprendiendo a subtitular y André se ha convertido en un compañero con el cual dividimos experiencias de nuestros respectivos países. Juliane y el Tuco son dos amigos queridísimos que se acoplaron en esta aventura y que me tendieron una mano importantísima.
Y Sumire... sigue siendo mi amiga de hace trece años, con su mal humor al levantarse y con sus rayes, pero la amiga más fiel y sincera que he tenido. Por ella estoy acá, por ella hice este viaje y por ella escribo estas líneas, porque su amistad es tan importante en mi vida que mínimamente se merecía que yo estuviera aquí para festejar sus treinta años.
Sumire, te quiero mucho!!!!
Ana

1 comentario:

Sumire dijo...

Ana, como é que eu ainda não tinha visto essa postagem? E olha que já faz 5 meses, meu Deus...
Como a gente se perde nas pequenas obrigações do dia-a-dia e deixa passar coisas assim?
Ainda bem que amizades como as nossas não se perdem jamais...
Bjos!