lunes, septiembre 18, 2006


Callejeros y el mito del eterno retorno

Callejeros vuelve a tocar, o al menos eso es lo que parece. ¿Los dejarán esta vez? ¿O a último momento algún funcionario lo cancelará para no tener que pagar el costo político del permiso concedido?
Callejeros siempre está volviendo o por volver. Es una vuelta permanente, en cada amague, en cada aparición repentina, siempre está volviendo. Pero por la mitad. Les llueven amenazas de muerte, de bomba, de explosión. Y sin embargo, cuando pueden, se mandan y cumplen su anhelo de tocar. ¿Qué más puede perder un cantante que ha perdido a su novia, o un baterista que ha perdido a su madre en un incendio a causa de una bengala en República de Cromañón?
No defiendo a Callejeros, como tampoco defiendo a los padres que perdieron a sus hijos en aquel fatídico desastre del 30/12/2004. No defiendo a Callejeros porque me parece que la actitud de querer tocar pese a sus muertos no es un homenaje ni un recordatorio de las víctimas, es, sí, una provocación y una demostración del típico "quiero hacer lo que me gusta, no me importa lo que piensen los demás". Entre esos "demás" están los deudos de los pibes muertos.
Si en el contexto no hubieran muertos, la actitud no pasaría de una rebeldía adolescente. Rebeldía que no le hace mal a nadie: miles de adolescentes se cuelgan una guitarra, agarran las baquetas y hacen rock'n'roll. Hasta algunos son mejores que Callejeros y hacen shows, pero ninguno de ellos tiene 194 muertos en sus espaldas.
Los 194 muertos no son un esguince de muñeca después del que cualquier músico quiere volver a tocar. Son más de 150 familias destruidas.
Y ante la actitud de "yo voy a volver a tocar pese a..." exaspera a los familiares, que prohiben, censuran y amenazan de muerte a los Callejeros. Repudio esas actitudes porque en democracia "supuestamente" tenemos un sistema jurídico que en todo caso determinará la culpabilidad o no de la banda. No sé cómo reaccionaría yo ante la pérdida de un hijo, no consigo ponerme en la piel de todos los padres que los han perdido. Pero si me pasara, querría culpables vivos que pasen el resto de su vida entre las rejas y que la justicia lo determinara. Muerte no se paga con más muerte, porque los errores los pagamos en esta vida, no en el más allá. Yo los querría vivitos, bien vivitos, para que paguen de alguna forma el sufrimiento que me causaron.

Coincidencias siniestras

¿Qué tienen en común John Lennon, Jimi Hendrix, Kurt Cobain, Jim Morrison, Gilda y Rodrigo?
Que después de su muerte sus discos vendieron más. No importa de qué género se trate, el morbo humano de los fans y los no fans los lleva a comprar los discos compulsivamente. Es el mismo morbo que sentimos cuando vemos un auto accidentado en la autopista, que nos lleva a bajar la velocidad del auto para pasar despacito por al lado de la tragedia y ver si conseguimos llevarnos la imagen del muerto en la retina. En ambos casos, la muerte sólo se lleva al muerto: el accidentado, que en vida quizás fuera admirado y reconocido por unos pocos, se lleva la efímera mirada de unos cuantos miles de transeúntes. Y el músico se lleva un concurrido funeral, porque los discos que se venden post-mortem y sus regalías van a parar a sus familiares o - en el peor de los casos - a un productor cretino que ve la posibilidad de aumentar sus ganancias.
¿Qué tiene Callejeros en común con todos ellos? Que el morbo generado después de Cromañón los está convirtiendo en el mito del rock nacional. Los nuevos Redonditos de Ricota pero en el peor de los sentidos, porque aunque ellos no lo admitan, gran parte del público nuevo se debe al morbo que Cromañón disparó. No por la música, porque lamentablemente estamos en presencia de un rock nacional bastante chato salvo por algunas excepciones: Los Ratones Paranoicos eran los Stones locales. Viejas Locas, Jovenes Pordioseros, la 25, los Gardelitos, Intoxicados y Callejeros nacieron como la copia de la copia: la fórmula del rock'n'roll parece que da paño para rato y no hay nada nuevo bajo el sol. Por eso, que una banda del montón se dispare al éxito a causa del morbo de casi 200 muertos y no por diferenciarse de sus iguales (o parecidos), no me parece justo ni para los padres, ni para las otras bandas (mejores o peores que Callejeros), ni para los Callejeros mismos, que podrían haberse detenido a pensar en esto y parece que no lo hicieron. Y si lo hicieron, no les importa.

La culpa siempre la tiene el de al lado (frase de cabecera argentina)

Para los padres, los culpables son Chabán, Ibarra y, por supuesto, los Callejeros. Chabán por las supuestas coimas a los funcionarios que inspeccionaban el lugar y por cerrar las puertas de emergencia. Ibarra por tener funcionarios corruptos que aceptaban coimas para habilitar lugares. Los Callejeros porque si, porque "nuestros hijos confiaban en ellos". Los padres parecen haberse librado de toda culpa y cargo porque en este caso son víctimas también.
Cromañón fue la mezcla justa de inconsciencia, ignorancia y corrupción que estalló con una tres tiros. Sólo le faltaba un fósforo que encendiera la mecha.
Los padres son culpables también, lo que pasa es que si admiten sus culpas podría pasar que la pena que recaiga sobre los culpables sería menor. Quizás por ello no las admitan, o por pura ceguera, o por poca autocrítica. Una madre que lleva a un bebé a un recinto en el cual el sonido supera los 80 Db constantes es una enferma mental o una ignorante: sin embargo, en el baño de Cromañón se le pagaba a una señora que cuidaba a esos bebés en esa guardería improvisada. Los bebés, está de más decir, no sufrieron daño auditivo. Un inconsciente llevó una tres tiros y la arrojó en un lugar cerrado. ¿A quién con dos dedos de frente se le ocurre encender pirotecnia en un lugar cerrado? Callejeros no puede decir que no lo sabía porque en sus recitales era un rito común el tema de la pirotecnia, podría haberlo impedido, si. No lo hizo (al menos con la energía que el caso lo requería), las pruebas están a la vista. ¿Pero dónde estaban los padres en la educación de esa persona que llevó la bengala y la encendió?
¿Nadie se preocupó por saber en dónde se metía su hijo? ¿Nadie le dijo al chico de 11 años aparecido en la terminal del 68 al lado de Cromañón :"No vas porque no es para chicos de tu edad"? ¿Nadie le dijo a la chica de 19 años que iba a ver el show con su bebé en brazos que no era un lugar para ir con su hijo? ¿Ningún padre se preocupó por acompañar a sus hijos a la puerta para cerciorarse en dónde estaban entrando sus hijos? ¿Ningún padre preguntó "che, y cuando prenden una bengala qué pasa? ¿Cómo encienden una bengala, nadie de los que está alrededor se quema con las chispas"?
Según algunos padres, ellos confiaron en el gobierno de la ciudad. Como dicen los dichos, el ojo del amo engorda el ganado y "a Seguro se lo llevaron preso". Los Callejeros son responsables por permitir y lo son también por ignorancia: ni ellos mismos creyeron que algo así pudiera pasar. Son culpables sin quererlo. Pero los padres también son responsables, porque los hijos eran responsabilidad de ellos y la patria potestad es indelegable. El gobierno es responsabe, si, tendría que haber intervenido adecuadamente y hacer lo que debería haber hecho y no hizo, pero la ausencia de esos padres también contribuyó al desastre que fue Cromañón.
Y lo digo como la hija adolescente que fui, como la adolescente que creyó que su padre era un desubicado por entrar al boliche al que iba a bailar para ver en dónde se estaba yendo a divertir su hija. Lo digo como la estúpida de la cual todos se reían porque el padre entraba a buscarla o la llamaba por el altoparlante para avisarle que ya estaba afuera esperándola. Como la adolescente invadida en su privacidad de 15 años, al que su padre le preguntaba "y vos qué hacés allá adentro?" ¿Te invitan a tomar cosas"? ¿Quiénes van?". En ese momento me pareció demasiado. Hoy, sin embargo, lo agradezco porque a pesar de haber quedado como una "perseguida política" frente a mis pares, demostraba que mi papá me quería bien.

Conclusiones

Todos somos culpables de Cromañón. Padres, banda, manager, dueño del boliche, Gobierno de la Ciudad, educadores, sociedad. En Cromañón se pusieron de manifiesto todas las carencias de nuestra sociedad, la falta de educación, el "no te metás que esto es una fiesta, no seas amargo", la falta de escrúpulos de los que quieren ganar dos pesos más, la falta de límites por miedo a que tus hijos no te quieran más, o tus fans te dejen de seguir, la falta de conocimiento y el "dejar hacer" libertino que nos viene gobernando de un tiempo a esta parte. Quedó demostrado que Dios no es argentino, que a nosotros también nos puede pasar, y que no somos inmortales. Pero hay que aprender de esto, no sirve de nada obstinarnos en las culpabilidades ajenas y pedir la cabeza de alguien. Tenemos que comenzar a aceptar las propias culpas, de la manera mas dolorosa, es cierto, pero esto tiene que servir para que todos tomemos conciencia y no se repita nunca más. Callejeros tendría que llamarse al ostracismo hasta tanto la justicia determine si es culpable o no, porque está raspando constantemente la herida de los que aún no se resignan a haber perdido a sus hijos para siempre. ¿De esto viven? ¿Esto es lo que aman hacer? Bueno, no siempre se puede tener lo que uno quiere. Si es por un tema de guita, podrían levantar bolsas en el puerto, repartir cartas para Correo Argentino o arreglar autos en algún taller mecánico. Sino pregúntenle a los actores que hace años que están sin trabajo, de qué viven cuando no aparecen en pantalla. No los censuro, sino que yo les pediría que se llamen por un tiempo más a silencio porque las heridas están sangrando todavía. Más que nada por respeto.
Los padres no tendrían que reaccionar de la manera que lo hacen. Pero si Callejeros se retirara por un tiempo, no les daría pie a que lo hicieran. De todos modos no los justifico, me parece una aberración que un padre diga "yo los quiero en una bolsa negra de consorcio porque a mi hija me la dieron de esa forma en la morgue". Muerte no se paga con más muerte.

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